Published 2015-01-05
How to Cite
Abstract
El tiempo dedicado por las mujeres y hombres para trabajar, es también un espacio para su desarrollo personal. Al ir aumentando sus destrezas, adquiriendo conocimientos e interactuando con los demás, se van incrementando los recursos personales para desenvolverse en la vida. En una relación de dos vías, las empresas prosperan entre otros aspectos por el talento humano y las personas que participan pueden acceder a mejores oportunidades para una mejor calidad de vida. Las estrategias educativas en contextos laborales, se muestran históricamente en tres grandes modelos: el artesanal, donde los oficios eran transmitidos de generación en generación, acompañados de una escala de valores propios del oficio; el modelo industrial, surgió por al aumento en la demanda de productos como resultado de la revolución industrial; finalmente el modelo de desarrollo organizacional, que surgió a partir del siglo XIX, en el que se da una visión sistémica y se espera que la educación, sea para crear las condiciones deseadas para el futuro. Las reflexiones emergentes invitan a comprender que los procesos educativos desarrollados en contextos laborales atienden sentidos diferentes, uno de ellos es el preservar lo actual (un ciclo), dar seguimiento a saberes que deben permanecer y otro es el favorecer la innovación, la ruptura de paradigmas y la creación de nuevos conocimientos (ciclo doble); a la capacidad de las empresas para desarrollar ambos sentidos se le llama ambidestreza, término que lleva a las organizaciones a buscar maneras de integrar ambos sentidos, sin llegar aun, a concretar el camino para ello.