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José Joaquín Calvo López, fundador del Instituto Literario, hoy Universidad Autónoma de Chihuahua
José Joaquín Calvo López, founder of the Literary Institute, now Chihuahua Autonomous University
IE Revista de Investigación Educativa de la REDIECH, vol. 8, núm. 14, pp. 129-146, 2017
Red de Investigadores Educativos Chihuahua A. C.

Contenido


Recepción: 31 Mayo 2017

Aprobación: 01 Julio 2017

Resumen: Este trabajo muestra la vida de José Joaquín Calvo López. Describe su origen y familia en Cuba, donde nace, así como el contexto cultural donde se desarrolló. Sus antecedentes repercuten en Chihuahua, cuando toma la determinación de crear el Instituto Literario con la visión educativa aprendida en su país natal y en consonancia con los ideólogos cubanos José de la Luz Caballero y Félix Varela. También se describe su trayectoria militar en México, primero en su lucha contra los insurgentes y después ya como independentista, así como su paso y desempeño como jefe militar en distintos territorios nacionales, hasta llegar a Chihuahua. Desde luego se hace énfasis en la decisión de crear el Instituto Literario de Chihuahua en 1835 y la trascendencia que tuvo, ya que al paso del tiempo se convierte en lo que ahora es la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH). Complementariamente se describe la vida e importancia de Antonio Cipriano Yrigoyen de la O, porque fue el autor intelectual académico de la creación del Instituto Literario, mientras que José Joaquín Calvo López lo fue desde la perspectiva política. Los dos personajes son clave y su trayectoria poco reconocida al gestar una institución de educación superior tan importante. El trabajo se construye bajo el enfoque de la historia crítica a partir de las evidencias documentales localizadas en archivos históricos de Chihuahua (México), La Habana (Cuba) y Nuevo México (Estados Unidos de Norteamérica). Los hallazgos ayudan a reconstruir la historia educativa de Chihuahua.

Palabras clave: historia de la educación, José Joaquín Calvo López, Antonio Yrigoyen de la O, Instituto Literario, biografías.

Abstract: This work shows the life of José Joaquín Calvo López. It describes his origins and family in Cuba, where he born, and the cultural context where he grew up. His backgrounds had repercussions in Chihuahua, when he took the determination to establish the Literary Institute, based on the educational vision learned in his natal country, together with the Cuban ideologists José de la Luz Caballero and Félix Varela. Also, it is described his military career in Mexico, first in his fight against insurgents, and later already as separatist; as well as his path and performance as military chief in different national territories, until his arrival in Chihuahua. Of course, it is highlighted the decision to establish the Literary Institute of Chihuahua in 1835 and the implications it had, because over time it become what is now the Chihuahua Autonomous University (UACH). In addition, it is described the life and importance of Antonio Cipriano Yrigoyen de la O, because he was the academic intellectual author of the foundation of Literary Institute, whereas José Joaquín Calvo López was from the politic perspective. Both are key characters and their careers are not too recognized despite they founded an important higher education institution. The work is built under the scope of critical history, starting from the documental evidence found in historical archives of Chihuahua (Mexico), La Habana (Cuba), and New Mexico (United States of America). The findings help to reconstruct the educational history of Chihuahua.

Keywords: history of education, Jose Joaquin Calvo Lopez, Antonio Yrigoyen de la O, Literary Institute, biographies.

Introducción

La creación del Instituto Literario de Chihuahua ocurrió el 19 de marzo de 1835, y en 1881, con el auge de las ideas positivistas, se le agregó la denominación “Científico”. Su apertura se convirtió en el evento educativo más importante a lo largo de la historia de Chihuahua, ya que el instituto se constituyó en la columna vertebral de la educación en el estado durante los 119 años de funcionamiento, para luego transformarse en la Universidad de Chihuahua.[1] Sumados los dos tiempos de esta institución educadora, son 182 años hasta 2017. Durante ese periodo formó los recursos humanos que se requerían, acordes a cada época, condiciones y contexto de funcionamiento.

Este trabajo tiene como propósito recuperar la memoria histórica de José Joaquín Calvo López, personaje muy importante y poco conocido en Chihuahua, aunque una calle de la capital lleve su nombre. Los pocos que reconocen su trayectoria la asocian a su desempeño como gobernador de Chihuahua y Nuevo México en 1834 (Riva Palacio, 1940), pero no como fundador de lo que actualmente es la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH). Complementariamente se aborda la vida y obra de Antonio Cipriano Yrigoyen de la O, pues fue el artífice intelectual de la educación superior pública en Chihuahua.

Esta investigación es una forma de contribuir a la construcción de la identidad de los chihuahuenses y aspira a que los estudiantes que pasen por las aulas universitarias conozcan a los personajes que dieron origen al proyecto educativo del que forman parte. Se construye principalmente a partir de fuentes de información primarias que se localizaron en los archivos históricos de la UACH, de Notarías y del Ayuntamiento de Chihuahua; en el de Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos de América, y en el correspondiente a la Iglesia del Santo Ángel Custodio de La Habana, Cuba. Como complemento se utilizaron fuentes secundarias y dos entrevistas.

El enfoque teórico al que se suscribe el análisis es el de la historia crítica, pues no se trata solamente de presentar fechas, nombres y datos extraídos textualmente de los documentos consultados, sino de analizar cómo se llevaron a cabo los procesos de gestación y desarrollo de los proyectos educativos del estado de Chihuahua, el contexto que rodeó a los personajes, las motivaciones políticas, económicas o personales que tuvieron para abanderar ciertas ideologías y, en general, las explicaciones que pudieran estar más allá del dato. Florescano (2012, p. 108) señala que precisamente con esta forma de elaborar el relato histórico es como se ha transformado en “un conocimiento positivo de la experiencia humana”, porque se le da mayor importancia al cómo y al porqué ocurrieron los hechos.

El afán por revisar el contexto chihuahuense de la época decimonónica obedece a lo que Marc Bloch (1993) define como “comprender el pasado”, pues ningún historiador puede lanzarse a realizar juicios o despertar simpatías hacia algún personaje si antes no ha realizado un cuidadoso análisis de las fuentes y de las circunstancias que rodearon el hecho. Es así como ante la diversidad de fuentes consultadas se puede aventurar a realizar juicios. “El historiador elige y clasifica, en una palabra, analiza”, diría Bloch (1993, p. 143).

Desarrollo

José Joaquín Calvo López, la familia

La familia Calvo López estuvo conformada por el padre, la madre y ocho hijos (cinco hombres y tres mujeres). José Joaquín ocupa el quinto lugar; nace el 16 de enero de 1798 y es bautizado el 24 del mismo mes y año en la iglesia del Santo Ángel Custodio,[2] que para entonces era emblemática de la ciudad de La Habana.[3] En aquella época, las ceremonias religiosas celebradas en esta iglesia eran socialmente las más importantes y a ella acudían las personas de la clase media alta y alta. La otra iglesia era la del Cristo del Camino, destinada para los pobres.

El padre de José Joaquín fue Tomás del Calvo (así aparece en su acta de bautizo), quien se desempeñaba como capitán de correos, empleo gubernamental entonces sumamente importante. Era natural del pueblo de San Román, en el señorío de Vizcaya, España. Coincidentemente, su hijo José Joaquín llegaría a Chihuahua apenas cuando la Nueva Vizcaya se había dividido en Durango y Chihuahua en 1824. La madre fue Clara López, natural del pueblo de Las Vegas, en el extremo sur de la actual provincia de La Habana. Era así hijo de español y cubana. Sus abuelos paternos fueron Francisco del Calvo y Josefa Sanfelises, mientras que los maternos fueron Diego López y Teresa González, según se asienta en su acta de bautizo. El cura fue José Domingo Sánchez y Fleytes y el padrino Joaquín Stelires, teniente de correos. Este último personaje era compañero del padre de José Joaquín y –por el grado– posiblemente su subordinado.[4]



Imagen 1.

Sesión de trabajo en el archivo de la iglesia del Santo Ángel Custodio de La Habana, Cuba. Francisco Alberto Pérez Piñón y Guillermo Hernández Orozco (investigadores) y Ana María Domínguez Fernández (archivista). Abril de 2017.

Sus hermanos mayores fueron Francisco José Felipe, bautizado el 20 de septiembre de 1790 (la fecha de nacimiento está ilegible en su acta; es de recordar que en la América española solo había actas de bautizo y no de nacimiento, ya que estas surgieron en México con base en la Constitución de 1857). María Josefa fue la segunda hermana, nacida el 1 de julio de 1795; Tomasa Josefa Bruna la tercera, quien nace el 6 de abril de 1796 junto con Inés Josefa Bruna, es decir, gemelas, o como se dice en Cuba, jimaguas. A Inés Josefa se le asigna el nombre del padre en femenino, como se acostumbraba. El quinto hijo es José Joaquín; luego siguieron José Bartolomé Luis, nacido el 24 de agosto de 1801; Cecilio José Pedro Nolasco, nacido el 1 de febrero de 1803 y, por último, Sotero Juan Tomás, nacido el 2 de mayo de 1805.[5]

Es de hacer notar que entre los hermanos, seis llevan el nombre de José o Josefa, seguramente haciendo alusión a la abuela, de la cual el padre Tomás del Calvo tenía buenos recuerdos y quiso perpetuar su memoria; mientras que solo hay un Francisco, con nombre igual al del abuelo. No aparece ninguna hermana con el nombre de la madre, Clara, y solo una con el nombre de Tomasa, haciendo alusión al padre.

El contexto en Cuba

Iglesia del Santo Ángel Custodio

La iglesia del Santo Ángel Custodio es el símbolo de la época donde nació y vivió sus primeros años de vida José Joaquín Calvo López. Su edificio resistió el paso de los años y fue reconocido como Patrimonio Histórico de la Humanidad en 1982. Debido a su trascendencia, se incluyen algunos de sus aspectos principales en este apartado.[6]

La edificación se encuentra ubicada a corta distancia del Centro Histórico de La Habana, prácticamente al lado del antiguo Palacio Presidencial de la República, convertido en Museo de la Revolución en 1959. Las calles que la circundan son: Compostela, en honor del obispo Diego Evelio Compostela, quien impulsó su construcción en 1690; la calle Cuarteles, lateral, y Monserrate por la parte posterior. La iglesia fue construida en 1690 y destruida por un huracán en 1846. Su reconstrucción fue casi inmediata, con aportaciones monetarias de Josefa Santa Cruz de Oviedo y por el trabajo del maestro Francisco Gutiérrez, quien conservó el estilo neogótico de origen. En 1957, el dictador Fulgencio Batista utilizó el colegio adyacente como cuartel para la guarnición del Palacio Presidencial (Zardoya, s/f).



Imagen 2.

Iglesia y plaza del Santo Ángel Custodio en La Habana, Cuba, 2017.

Entre los personajes importantes para la historia de Cuba, bautizados en esta iglesia, se cuentan: José Joaquín Calvo López, fundador del Instituto Literario de Chihuahua; Alicia Alonso, ícono de la danza cubana; José Julián Martí Pérez (12 de octubre de 1853) y Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales (1877), considerado uno de los grandes pedagogos de Cuba (Domínguez, 2017). De este último, José de la Luz y Caballero dice que “nos enseñó primero en pensar antes que cualquier otra cosa, sembrando la semilla de la libertad e independencia” (pronunciamiento en pro de la libertad e independencia realizado en la iglesia del pueblo de Regla el 7 de septiembre 1817).

Otro hecho importante que caracteriza a la iglesia del Santo Ángel Custodio, y por el cual se volvió famosa en el ámbito literario, es que el escritor cubano Cirilo Villaverde la utilizó como uno de los escenarios de la novela Cecilia Valdés o La Loma del Ángel, en la cual se refiere precisamente a la ubicación de la iglesia. La obra fue publicada en Nueva York en 1879 y actualmente en ese lugar hay una escultura y una plazuela que hace memoria de este acontecimiento.



Imagen 3.

Calle Compostela, donde se aprecia la iglesia del Santo Ángel Custodio al fondo. Al frente (derecha) puede apreciarse la bandera de México colgando en el barandal del balcón, ¿casualidad o destino? Abril de 2017.

Las ideas políticas y educativas

Los datos escolares de José Joaquín Calvo López no se pudieron asentar con precisión, pero hay probabilidades de que sus primeros estudios hayan transcurrido en el Colegio del Salvador, ya que era una institución innovadora donde se formaba a la clase acomodada. En esta clasificación entraba su familia, debido a la ocupación de su padre. Sin embargo, las ideas renovadoras que sustentaban la educación en estas instituciones eran las de libertad e independencia con respecto a la colonización de España, que pueden entenderse como contrarias al origen e intereses de la familia Calvo. De hecho, es de hacer notar que los registros de nacimiento de José Joaquín y sus hermanos aparecen en el libro correspondiente a españoles, lo que reafirma su posición como élite privilegiada de aquel tiempo.

Las ideas promovidas por Félix Varela, José de la Luz Caballero y el cuerpo académico conocido como Amigos del País buscaban inducir a los jóvenes a pensar y juzgar por sí mismos, a ser enemigos declarados de todo aquello mecánico y servil. Formaban a los jóvenes para cumplir con su misión histórico-social (Chávez, 1992). El pensamiento de estos personajes alimentó a las siguientes generaciones de idealistas, como fue el caso de José Enrique Varona, gran pensador de la Universidad de La Habana.



Imagen 4.

Busto de José Enrique Varona en la Universidad de la Habana, Cuba.

El contexto en que se formó José Joaquín Calvo López en Cuba tuvo grandes repercusiones en Chihuahua y sus manifestaciones se aprecian cuando ocupa el cargo como gobernador, principalmente con la fundación del Instituto Literario (Hernández, 1999). También se perciben en el impulso que dio a la educación nacionalista y el levantamiento de los monumentos llamadas “pirámides”, antecedentes de esculturas. En la capital del estado se erigió una en honor a Miguel Hidalgo en la plaza que lleva el mismo nombre, y las que se dedicaron a Mariano Jiménez y Juan Aldama en el centro de sus respectivas cabeceras municipales. Las organizaciones patrióticas y los habitantes en general contribuyeron con recursos económicos para su construcción.

Quizá la obra de influencia cubana de J.J. Calvo López se encuentra en la promoción y sostenimiento de las instituciones educativas como una forma de construir culturalmente la independencia y libertad. Basta saber que en la ciudad de Chihuahua, las dos calles principales que cruzan el centro son precisamente la Libertad e Independencia.

Otros referentes

El contexto cubano, en el periodo que comprende de 1790 a 1845, estuvo caracterizado por la concentración del poder en manos de los terratenientes criollos y los representantes de España, según algunos historiadores contemporáneos (Chávez, 1992). La sociedad estaba conformada por criollos, españoles, negros esclavos y mulatos libres.

En 1722 se funda, en Santiago de Cuba, el Seminario de San Basilio Magno, impulsor de la renovación de ideas sociales. Para 1728 se crea la Pontificia Universidad de La Habana, que tendrá que esperar más de un siglo para asumir ideas libertarias. En ese entonces la institución estaba a cargo de los dominicos, fieles a la Corona española y poco interesados en la emancipación de las colonias.

En ese mismo periodo se habían conformado las Sociedades Económicas Amigas del País, surgidas en España en tiempos de Carlos III. En Chihuahua se organizaron también como sociedades de apoyo a la nación en ciernes, aportando recursos. Pero más allá de sus donaciones económicas impulsaban las ideas de un país independiente. Esta organización en Cuba afirmaba que las instituciones educativas y el sistema educativo debía convertirse en un instrumento para formar una nueva conciencia de clase en las jóvenes generaciones de criollos (Chávez, 1992).

En 1773, el obispo Santiago de Hecheverría toma en sus manos la reforma educativa de la casa de estudios: Seminario de San Carlos y San Ambrosio y pugna por ideas libertarias. Junto con Félix Varela, José Agustín Caballero y Félix Veranes, adopta las ideas de la Sociedad Económica de Amigos del País. En ese espacio se educó a la sociedad burguesa y criolla a la que perteneció José Joaquín Calvo López. Para inicios del siglo xix se propone la creación de la Escuela Normal Lancasteriana, la cual fructifica en el pueblo de Regla, separado, bahía de por medio, de La Habana. En Chihuahua se creará una institución similar en 1833, lo que asemeja en mucho ambas historias.

El Seminario de San Carlos y San Ambrosio, que aún perdura, era la máxima institución impulsora de las reformas filosóficas y pedagógicas al inicio del siglo xix. El gran maestro Félix Varela (1788-1853) estudió en ese seminario, al igual que José Agustín Caballero (1762-1835), ambos considerados precursores de la pedagogía cubana. Los criollos toman la dirección de las ideas de formación en ese seminario (1790), lo que seguramente en los años posteriores repercutió en la formación de José Joaquín Calvo López, quien lo proyectará en Chihuahua para 1835 al fundar el Instituto Literario.

En el estado de Chihuahua, separado por una gran distancia del centro político nacional, la Ciudad de México, se jugaban intereses políticos muy importantes al inicio del periodo independiente, por lo que no era fácil construir una nación independiente. Más allá de una constitución política general, el reto estaba en que cada mexicano adoptara el nuevo proyecto social. José Joaquín Calvo López vivió la supresión de la Pontificia Universidad de México en 1833 bajo la lucha ideológica de conservadores y liberales. En esa situación, nuestro personaje crea el Instituto Literario, pero bajo los planteamientos de la Ilustración y el liberalismo político.

El Instituto Literario de Chihuahua

Cuando se crea el Instituto Literario de Chihuahua en 1835, se enmarca en el contexto de la educación superior de México, que según el censo nacional de 1843 clasificaba este tipo de instituciones en cuatro tipos: a) seminarios, enfocados a la formación de curas, aunque no de manera exclusiva; b) Seminarios de Propaganda Fide, sostenidos con recursos económicos provenientes de Roma; c) conventos, donde cada congregación formaba a su personal religioso, por ejemplo: franciscanos, dominicos, mercedarios, entre otros; y, d) instituciones de la república, que ante el mismo plan de estudios hacían énfasis en el proyecto nacional centrado en los valores de libertad (ideas, creencias y desarrollo personal) e independencia, en síntesis, para la ilustración, es decir, el saber por el saber.

Las materias de la Latinidad fueron Mínimos y Menores para el primer año, Medianos y Mayores para el segundo. Los textos estaban en latín y –como ejemplo– tenemos el libro firmado y utilizado por el fundador de la institución, Antonio Cipriano Yrigoyen de la O. Otras materias que incluía el plan de estudios eran Lógica, Ética y Metafísica, Lengua Castellana, Cosmografía, Latín, Francés, entre otras. Los autores de libros clásicos como Aristóteles, Tito Livio, Akerman, Diálogos por Luis Vives, Moral por Villanueva, Filosofía por Jaquier, Églogas de Virgilio y Ortografía latina por Nebrija, acabaron por dar forma a la biblioteca del instituto, que se inauguró en 1861 (Hernández, 1999). Todos esos textos aún se conservan en el Archivo Histórico de la UACH.

La creación definitiva de la primera Escuela de Filosofía se decreta el 30 de septiembre de 1831. El gobernador asigna 100 pesos para utensilios y 900 pesos para el pago anual del maestro. Las materias que comprendía fueron Gramática Latina, Lógica, Economía Política, Geografía, Química, Agricultura, Industria Rural y Económica, Historia de los Imperios Antiguos, Historia de Grecia, Historia Romana, Historia del Bajo Imperio, Aritmética, Mitología, Aritmética Comercial, Moral y Gramática Castellana (Hernández, 1999).

La planta académica original en la fundación del Instituto Literario fueron Antonio Cipriano Yrigoyen de la O con Filosofía y Teología; Miguel España, Español; Mónico Ruiz, Lógica y Metafísica; José María Bear, rector; Miguel Mier y Altamirano, Derecho; José María Yrigoyen, Latín; Juan José Guerra, Filosofía; Juan José Capoulade, Francés, Inglés y Matemáticas. De todos ellos resalta Antonio Cipriano Yrigoyen de la O como impulsor académico del proyecto.

Antonio Cipriano Yrigoyen de la O

Ciertamente, quien decreta la creación del Instituto Literario es José Joaquín Calvo López, pero paralelamente Antonio Cipriano Yrigoyen de la O se convierte en artífice intelectual y académico. Quizá sea uno de los personajes que más innovaciones educativas ha dado a lo largo de la historia educativa de Chihuahua y también uno de los maestros olvidados.

Yrigoyen de la O nació en 1800 en Santa Fe, Nuevo México, cuando todavía era parte del territorio nacional. Realizó estudios superiores en el Seminario de Durango y al ordenarse sacerdote se trasladó a Chihuahua para hacerse cargo de la Escuela Pública de Primeras Letras, atendiendo a la convocatoria del concurso de oposición que el gobierno del estado emitió.

Atendió la Escuela Principal en 1824 y para 1826 acude a la Ciudad de México, donde aprende la nueva forma pedagógica lancasteriana, la que implanta en Chihuahua a su regreso. En 1825 escribe en 25 cuartillas ese método y al año siguiente crea la primera Escuela Normal Lancasteriana como parte de los planteles que atendía. En 1827 crea la Cátedra de Latinidad, equivalente a la educación preparatoria. Ante la imposibilidad de que los egresados continuaran sus estudios en Chihuahua, crea la primera Escuela de Filosofía en 1831, y para 1833 modifica e implanta la segunda Escuela Normal. En 1834 crea la carrera de Teología y para 1835 diseña académicamente el Instituto Literario, acorde a la visión educativa de José Joaquín Calvo López. En 1835 es nombrado también vicario in capite para la iglesia parroquial de Chihuahua, máximo nombramiento religioso. Escribió el libro Oraciones o significaciones de sum, es, fui para la clase de Gramática Latina, el cual fue publicado por segunda vez en 1873 en Parral por la Imprenta Carmona. Muere a temprana edad, cuando contaba con 37 años, en 1837 (Hernández, 2004).

En 1833, las estadísticas muestran que en la municipalidad de Chihuahua había 3 mil 399 estudiantes distribuidos de la siguiente manera: Escuela Principal, 101; Escuela Subalterna, 64; Casa de Las Cátedras, 43; Latinidad, 36; Escuela de Niñas, 59; y en la Escuela Particular de la maestra Vicenta Betancourt, 20. Es de hacer notar que la población capitalina era de 9 mil 200 habitantes. Las escuelas eran públicas, a excepción de La Casa de las Cátedras, que atendía George García y Antonio Cipriano Yrigoyen (de nivel medio) y la de Vicenta Betancourt, de primeras letras (Escudero, 1835). En la tabla 1 puede apreciarse un listado de maestros asignados a diferentes escuelas del estado, aunque no se precisa la matrícula de cada uno.


Tabla 1.

Maestros de primeras letras de Chihuahua, 1832-1846

Las estadísticas educativas de la época dejan ver un notable avance en la ilustración pública, que reflejan el interés de la sociedad chihuahuense en esta área. Todos estos logros se hacían a pesar de las grandes dificultades económicas por las que atravesaba el erario, producto de las luchas para afianzar la independencia nacional, y aun a pesar del aislamiento político y geográfico con respecto al centro del país.

Las aportaciones de los personajes chihuahuenses durante las primeras décadas del México independiente no han sido del todo reconocidas a nivel local, y mucho menos a escala nacional. De Antonio Cipriano Yrigoyen de la O se intentó exaltar su obra cuando se solicitó a cada estado el envío de dos nombres de personajes significativos que serían inmortalizados en el Paseo de la Reforma. El Congreso de Chihuahua acordó que uno de ellos fuera precisamente Yrigoyen de la O, pero como eran los tiempos de la separación Iglesia-Estado, y por ser presbítero, se le sustituyó por Manuel Ojinaga, quien murió en Arisiachi luchando con las fuerzas juaristas en contra de la intervención francesa. Enrique Creel –en su momento– prometió levantarle un monumento en la capital de Chihuahua, pero solo quedó en promesa.

En mayo de 2004, con motivo del 50o. aniversario de la transformación del Instituto Científico y Literario en Universidad de Chihuahua, fue develada una pequeña placa que reconoce a Antonio Cipriano Yrigoyen de la O, junto con José Joaquín Calvo López, como los fundadores de la educación pública superior en Chihuahua. Dicha placa se colocó a la entrada de la Biblioteca Central del Campus Universitario I.

José Joaquín Calvo López, trayectoria

En México, después de 11 años de lucha armada (1810-1821) se había logrado la independencia del país con respecto a España. Los criollos tomaron el poder y se dieron a la tarea de fraguar una nueva nación y la plasmaron en la Constitución. En esa lucha armada, primero, y en la construcción del nuevo proyecto de sociedad, después, José Joaquín Calvo López tomó parte activa.

A los 14 años Calvo López ingresó a la milicia española en Cuba, y para 1818, ya con el grado de subteniente, llegó a México a combatir a los insurgentes cuando gobernaba México el virrey Juan de Apodaca. Contando apenas con 20 años, combatió a los insurgentes en Veracruz y Michoacán. Después de la Convención de Apatzingán se adhirió al ejército independentista y entró a la Ciudad de México con el Ejército Trigarante el 27 de septiembre de 1821. Por su inteligencia y compromiso con la nueva nación fue desempeñando tareas militares en plazas del Estado de México, Jalisco, Morelos y Sinaloa. En Querétaro asumió la presidencia de la jefatura militar y política, equivalente a gobernador, entre 1822 y 1824. Después radicó en Sinaloa, donde se licenció del ejército y se fue a vivir a Chihuahua (Riva Palacio, 1940).

Calvo como gobernante fue donar su sueldo de 3 mil 500 pesos anuales para promover la educación. Con esos recursos se trajo de Francia a Juan José Capoulade, Bernardo Guignour y Guillermo Roussy, quienes impulsaron la educación de primeras letras y un año después apuntalan el incipiente Instituto Literario. Con la moderna visión educativa de Antonio Cipriano Yrigoyen, de los maestros franceses y de José Joaquín Calvo se crea una nueva institución de educación superior bajo la denominación de instituto y no como colegio. Este cambio semántico respondía a la tendencia de contar con una educación menos religiosa y más secular, centrada en la ilustración más que en planteamientos teológicos.

En 1828 compró la Hacienda de Salaices, cercana al río Florido, en la municipalidad de López. Estableció un sistema de riego convirtiendo el predio en tierras de cultivo y pastizales para ganado con agua asegurada. Desde entonces se radicó en el estado de Chihuahua. Era una tierra ideal para vivir en paz y desarrollar proyectos económicos. Fundó el pueblo de San Juan de Holguín.

Apenas con seis años en Chihuahua, ya era conocido y respetado como político y ganadero, reconociendo su trayectoria como militar y gobernante. Por esta razón, cuando se intensificaron las pugnas internas entre los grupos locales de poder, asumió la gubernatura de Chihuahua y Nuevo México el 18 de septiembre de 1834 (Aguayo, Cogner y Salaices, 2003).

Una de las primeras determinaciones de José Joaquín Calvo como gobernante fue donar su sueldo de 3 mil 500 pesos anuales para promover la educación. Con esos recursos se trajo de Francia a Juan José Capoulade, Bernardo Guignour y Guillermo Roussy, quienes impulsaron la educación de primeras letras y un año después apuntalan el incipiente Instituto Literario. Con la moderna visión educativa de Antonio Cipriano Yrigoyen, de los maestros franceses y de José Joaquín Calvo se crea una nueva institución de educación superior bajo la denominación de instituto y no como colegio. Este cambio semántico respondía a la tendencia de contar con una educación menos religiosa y más secular, centrada en la ilustración más que en planteamientos teológicos.

En sus dos años como gobernador de Chihuahua, José Joaquín Calvo López tomó medidas importantes. Advirtió de la amenaza de Estados Unidos, que ya pretendía apoderarse del territorio mexicano; creó los retenes militares de Janos y Presidio, emprendió acciones para detener los avances anexionistas norteamericanos y enfrentó la lucha contra múltiples grupos de naturales, genéricamente llamados apaches,[7] a quienes se les exterminó durante la guerra civil que se prolongó a lo largo de casi todo el siglo xix (Almada, 1980).

La tarea de convencerse a sí mismos –y a la sociedad– acerca de la viabilidad de una nueva sociedad, independiente del influjo español, fue de muchos años. Mariano Horcasitas, Alejo García Conde, Antonio Arce y todos los primeros gobernantes fueron funcionarios del régimen colonial (Almada, 1980) y tuvieron que romper con su propia formación y desempeño político para impulsar un proyecto con valores diferentes. El caso de José Joaquín Calvo López no fue la excepción, pues, como ya dijimos, llegó a México a combatir a los insurgentes y acabó gobernando Chihuahua e impulsando la educación como el mejor instrumento transformador de la nación independiente.

Como corolario de su gestión gubernamental, el 19 de marzo de 1835, el gobernador Calvo anunció la apertura del Instituto Literario. Por su importancia se transcribe a continuación el documento recuperado del Archivo Histórico del Municipio de Chihuahua.

“Al Señor Jefe Político de esta capital.

Debiendose verificar el día de mañana la solemne apertura del Instituto Literario de esta Capital, El Gobierno deseoso de darle a dicho acto todo el lustro y decoro posible, ha dispuesto que asista en Cuerpo el Excelentísimo Ayuntamiento con tal fin a las dose de espresado dia en el edificio que fue habitación del C. Mariano Horcasitas [sic].

Lo que comunico a Vuestra Señoría para su inteligencia y los consiguientes fines.

Dios y Libertad

Marzo 18 de 1835

Calvo (Gobernador)

Zuloaga (Secretario de Gobierno).”

Aunque el documento asentó como lugar donde iniciaron las clases del Instituto Literario de Chihuahua a la casa de Mariano Horcasitas, no se sabía la ubicación exacta, pero se pudo conocer gracias al testamento de su hermana Marcela, protocolizado el 9 de julio de 1842 (Archivo de Notarías, 1842). Fue en la esquina de las actuales calles Victoria y 4a., donde hoy se encuentra el estacionamiento del Hotel San Francisco-Quality Inn. En la entrada de la calle Victoria se colocó una placa conmemorativa; presidieron el acto el rector de la UACH Sergio Piña Marshall y el presidente municipal Patricio Martínez García el 19 de marzo de 1995. Habían pasado 160 años desde la inauguración que encabezó el gobernador Calvo López.[8]

José Joaquín Calvo López y la correspondencia del Instituto Literario

La correspondencia que el gobernador enviaba y recibía del Instituto Literario se conserva organizada cronológicamente en dos volúmenes en el Archivo Histórico de la UACH. De los doce primeros documentos, diez están firmados por José Joaquín Calvo López y dos por el secretario de Gobierno Luis Zuloaga. En el primer documento (14-04-1835), apenas a un mes de inaugurado el Instituto Literario, el gobernador envía misiva al rector José María Bear, para que advierta a Miguel España, catedrático de Medianos y Mayores, que sus faltas de asistencia a clase dan lugar a tomar las “providencias” que se consideren pertinentes Para julio de 1835 se le concede licencia para ausentarse de su clase e ir a Guadalajara. El segundo documento recibido se refiere al nombramiento de Inés Francisco Terrazas como sustituto de Antonio Cipriano Yrigoyen de la O por haber sido electo para ocupar el curato de Chihuahua (28-04-1835); es decir, apenas un mes y medio del inicio del Instituto Literario.[9] El gran académico e impulsor de la educación en Chihuahua dejaba el magisterio.

El tercer documento (29-04-1835) reconviene a Mónico Ruiz, catedrático, por no asistir a las academias nocturnas del Instituto y señala: “Que si no le conviene el trabajo, renuncie”.[10] En esta carta se deduce que las reuniones de la incipiente planta académica requería trabajo colegiado para entender cuál debía ser la orientación, el papel de los docentes y las exigencias a los alumnos. Pero el hecho de reconvenir a Mónico Ruiz y Miguel España, quienes venían laborando en las cátedras de Latinidad y Filosofía antes de crearse el Instituto Literario, hace suponer que se sentían desplazados de su espacio académico por los nuevos iniciadores.

En relación a la problemática de la guerra contra los “bárbaros”, es decir los pueblos originarios,[11] la correspondencia recibida el 16 de agosto de 1835 solicita apoyo de los catedráticos para el “plan ofensivo y defensivo”, a lo que se le avisa en respuesta que Juan José Capoulade, maestro de Francés, Inglés y Matemáticas, cooperará con 8 pesos y Luis Rubio, catedrático de Sintaxis, con dos pesos. No se da cuenta de cooperación de algún otro maestro, ni siquiera del rector.[12]

Antonio Cipriano Yrigoyen de la O, desde que era maestro de la Escuela de Primeras Letras y luego de Latinidad, instaló dichos planteles en su casa, que servía a la vez de almacén. El 16 de mayo de 1835, el gobernador le solicita el inventario de libros y útiles que puedan servir para la educación primaria. Se le contesta que hay 800 cuadernitos de pruebas de religión, 509 de Gramática castellana, 172 de Catecismo de la república y 185 Tablas de aritmética.[13] Cabe señalar que aún se conservan varios ejemplares de Catecismo de la república y los de Gramática castellana. Catecismo es una forma didáctica de enseñanza mediante preguntas y respuestas, propuesta adoptada del ámbito religioso.

Otra problemática más que se muestra en la correspondencia es la referente a los estímulos que deben darse a los alumnos más aventajados. Uno de ellos consistió en que el gobernador José Joaquín Calvo López solicita al rector que de los mejores alumnos de francés se le proporcione los nombres para que sirvan oficialmente como intérpretes (24-08-1835). Además se otorgarían medallas de oro o de plata a los alumnos mejores en cada materia. Se le indica que deben grabarse por anverso y reverso, pero que no lleven su efigie, sino motivos de Chihuahua (26-08-1835). Para esa época los exámenes eran públicos y anuales.[14]

Por último, se asignan seis pesos mensuales a una persona para que guarde el orden en el instituto cuando se registrara la ausencia del rector. Como puede verse, al inicio de la institución el gobernador estaba muy pendiente de los acontecimientos que formaban parte de la vida cotidiana del plantel.

Estando como gobernador José Joaquín Calvo se creó el municipio de Guadalupe y Calvo. Su nombre se debe a que entonces la Virgen de Guadalupe era la patrona del estado de Chihuahua y se combinó con el apellido del gobernador. En 1837, en medio de luchas internas por el poder en Chihuahua y ante la amenaza de destituirlo como gobernador, dimite a su cargo. Muere en 1848.

Conclusiones

No fue casual que José Joaquín Calvo López y Cipriano Yrigoyen de la O fueran los creadores del Instituto Literario, con una orientación hacia la Ilustración, ya que ellos, por su formación y práctica cotidiana, representaban las ideas más avanzadas en educación y le dieron la importancia central en la conformación de la sociedad chihuahuense.

Los ideales se construyen por los contextos familiares, educativos y comunitarios; muchos los viven y solamente algunos, al transitar los mismos caminos que miles, leen lo que otros no, avizoran horizontes que otros no, sueñan y convierten sus ideales en retos alcanzables. Pasan de sus ideales personales a los sociales y entonces se convierten en personas diferentes al común. Tal es el caso de José Joaquín Calvo López y Antonio Cipriano Yrigoyen de la O.

La compleja situación que vivía Chihuahua al inicio de su independencia, aunado a la separación de la Nueva Vizcaya, la amenaza de los Estados Unidos de Norteamérica de invadir y arrebatar el territorio, la guerra civil que se libraba con los pueblos originarios y otros fenómenos políticos y sociales no fueron impedimento para que José Joaquín Calvo López y Antonio Cipriano Yrigoyen de la O supieran leer las condiciones y aceptaran el reto de crear una institución de educación superior en esas circunstancias.

La reconstrucción de la historia educativa implica reconocer a personajes que fueron señeros en algún periodo de su vida. Las dos personas que nos ocuparon en este trabajo son fundamentales en el inicio de la vida independiente y sentaron las bases para lo que hoy es la educación superior de Chihuahua.

Referencias

Archivo de la iglesia del Santo Ángel Custodio. Libro 7 de registros de bautismo de españoles. La Habana, Cuba. Consultado el 7 de abril de 2017.

Archivo de Notarías, Testamento de Marcela Horcasitas. 1842. Chihuahua, México. Consultado en 2004.

Archivo del Obispado. Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos de América. Consultado en 2004.

Archivo Histórico de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Libro de correspondencia enviada al gobierno, 1935. Chihuahua, México. Consultado en mayo de 2017.

Archivo Histórico del Municipio de Chihuahua. Consultado en 2004.

Periódico Oficial del Estado de Chihuahua (diciembre 8, 1954). Decreto número 171. Disposiciones relativas a la fundación y estructura de la Universidad a través de su Ley Orgánica. Chihuahua: Congreso del Estado.

Domínguez Fernández, A.M. (2017, abril 7). Entrevista personal, La Habana, Cuba.

Hidalgo García, Y. (2017, abril 7). Entrevista personal, La Habana, Cuba.

Almada, F. (1968). Diccionario de historia, geografía y biografía chihuahuenses (2a. ed.). Chihuahua, México: Universidad Autónoma de Chihuahua.

Almada, F. (1980). Gobernadores de Chihuahua. Chihuahua, México: Centro Librero La Prensa.

Bloch, M. (1993). Apología para la historia o el oficio de historiador. México: Fondo de Cultura Económica.

Chávez Rodríguez, J.A. (1992). Del ideario pedagógico de José de la Luz y Caballero. 1800-1862. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación.

Escudero, J.A. (1834). Noticias estadísticas del estado de Chihuahua. México: Reimpresas de Orden del Supremo Gobierno.

Hernández Orozco, G. (1999). El Instituto Científico y Literario: 1850-1900. Chihuahua, México: Universidad Autónoma de Chihuahua.

Riva Palacio, V. (1940). México a través de los siglos: historia general y completa del desenvolvimiento social, político, religioso, militar, artístico, científico y literario de México desde la antigüedad más remota hasta la época actual. México: G.S. López Edición.

Zardoya, M.V. (coord.). (s/f). Iglesia del Santo Ángel Custodio. La Habana, Cuba: TCHAU.

Florescano, E. (2012). La función social de la historia. México: Fondo de Cultura Económica.

Hernández Orozco, G. (2004). José Joaquín Calvo López y Antonio Cipriano Irigoyen de la O: fundadores de la educación superior pública en Chihuahua. Chihuahua, México: UACH.

Notas

[1] La Universidad Autónoma de Chihuahua fue creada mediante el decreto 171, expedido por la legislatura local el 8 de diciembre de 1954. Años más tarde, el 26 de octubre de 1968, se publica el decreto número 7-68, con el cual se reconoce la autonomía universitaria, así como la nueva estructura administrativo-docente (Periódico Oficial del Estado de Chihuahua, 1954 y 1968).
[2] Ana María Domínguez Fernández es la responsable del archivo parroquial de la iglesia del Santo Ángel Custodio en La Habana, Cuba. Colaboró en la búsqueda de información de la familia Calvo López. Visita 7 de abril de 2017.
[3] Archivo Parroquial de la iglesia del Santo Ángel Custodio, libro 7 de registros de bautismo, 1798.
[4] Archivo Parroquial de la iglesia del Santo Ángel Custodio, libro 7 de registros de bautismo, 1798.
[5] Archivo Parroquial de la iglesia del Santo Ángel Custodio, libro 7 de registro de bautismo, 1790-1805.
[6] Los datos para realizar la narrativa histórica de la iglesia del Santo Ángel Custodio fueron proporcionados por Yoel Hidalgo García, quien se desempeña como sacristán del templo desde 2008 (entrevista realizada por los autores el 7 de abril de 2017 en La Habana, Cuba).
[7] A la fecha se han documentado 85 grupos indígenas que ocuparon el territorio que comprende el actual estado de Chihuahua. Las denominaciones son diversas. Por ejemplo, cocoyomes por Coyame, julimes, tapacolmes por Rosales, baborigames, jumanos por Ojinaga, tobosos por Jiménez, entre otros (Almada, 1968).
[8] Dos años después de su creación, en 1837, el Instituto Literario funcionó en el Convento de San Francisco, adyacente a la iglesia del mismo nombre; luego se trasladó a la casa de Joaquín Bustamante sin que se haya podido ubicar el lugar. En 1847, el ayuntamiento de Chihuahua donó el terreno que hoy ocupa Rectoría; se inició su construcción a pesar de las condiciones económicas adversas debido a la invasión norteamericana. Posteriormente, el rector Laureano Muñoz asumió la gubernatura y dejó el cargo en manos de su hermano José Eligio. Ellos emprendieron la tarea de levantar el primer edificio, el cual se inauguró en 1856. La construcción fue demolida en 1926 y para 1928 reinaugurada la existente.
[9] Archivo Histórico de la UACH, libro de correspondencia recibida, 1835.
[10] Archivo Histórico de la UACH, libro de correspondencia recibida, 1835.
[11] En la guerra contra los bárbaros, hay un hecho obscuro y dramático ocurrido en 1859, cuando el Gobernador Ángel Trías Álvarez toma posesión y declara que su tarea principal será el exterminio de estos grupos. Decreta el pago con recursos públicos a todo aquel que mate a los naturales. Establece precios por las cabezas de indios de guerra, pero también de mujeres y niños. Fue colaborador de José Joaquín Calvo López en el periodo de su gubernatura: 1834-1837.
[12] Archivo Histórico de la UACH, libro de correspondencia recibida, 1835.
[13] Ídem.
[14] Ídem.

Notas de autor

* Guillermo Hernández Orozco. Doctor en Ciencias de la Educación y académico de la Universidad Autónoma de Chihuahua, México. Cuenta con perfil PRODEP y pertenece a un cuerpo académico consolidado. Tiene el reconocimiento del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Cuenta con publicaciones en libros, capítulos, artículos y ponencias especializadas en el área de historia e historiografía de la educación.
** Francisco Alberto Pérez Piñón. Profesor de carrera adscrito a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, México. Tiene reconocimientos como miembro del Sistema Nacional de Investigadores, de la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa y de la Red de Investigadores Educativos Chihuahua.
*** Jesús Adolfo Trujillo Holguín. Docente e investigador de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, México. Tiene estudios como doctor en Educación y sus publicaciones son especializadas en el área de historia e historiografía de la educación. Cuenta con perfil PRODEP y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.


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